El Paraíso Terrestre, al que acostumbramos referirnos, es, en término más claros, el Mundo de la Belleza. En relación al hombre, consiste en la belleza de los sentimientos, la belleza espiritual. Naturalmente, las palabras y actitudes del hombre deben ser bellas. Esta es la belleza individual y con su expansión nace la belleza social, esto es, las relaciones humanas se volverán bellas, así como también las viviendas, las carreteras, los medios de transporte y las plazas públicas. En gran escala, como es natural que la limpieza acompañe lo bello, la política, la educación y las relaciones económicas, se volverán bellas y limpias, de la misma forma que las relaciones diplomáticas entre los países.
Pensando de esta manera, podemos percibir en qué medida la sociedad contemporánea está llena de fealdad y maldad.
En las clases bajas principalmente, la Belleza está casi ausente por sus pésimas condiciones financieras, que causan la decadencia de la enseñanza y la precariedad de los establecimientos e instalaciones de atención social. De allí consecuentemente nace la intranquilidad social.
Quisiera referirme en especial a las diversiones y recreaciones. En este ámbito, la Belleza debe ser enriquecida, pues la conciencia de la Belleza es lo mejor que existe para elevar el sentimiento humano. Este es uno de los motivos por el cual siempre incentivamos el arte. No es preciso mencionar cómo el bajo nivel de las artes, en la época actual, está degradando la espiritualidad de las personas. (texto seleccionado de la Enseñanza: Consideraciones Sobre el Paraíso Terrestre – escrito el 3 de junio de 1950.)
Mokichi Okada destaca que «es esencial el desarrollo de nuestra sensibilidad con relación a la belleza para que el nivel espiritual de las personas se pueda elevar en busca de un mundo con mayor armonía entre los seres».
Este objetivo será alcanzado a través de la literatura, pintura, música, teatro, cine y de otras artes, a través de las vibraciones espirituales emitidas por el alma del artista, ennobleciendo el sentimiento de las personas que aprecien estas obras.
Como el acceso a estas obras implica cuestiones financieras, Mokichi Okada propone el cultivo y la distribución de flores, como excelente forma de propagación de la belleza.
Nuestro objetivo es ornamentar con flores, no sólo las residencias, sino todos los lugares, de todas las clases sociales. Si llegamos al punto que existan flores donde quiera que haya personas, la influencia para hacer agradable este mundo sería muy grande.
El arte del Ikebana (vivificación floral), estilo Sanguetsu (monte-luna), fue creado con el objetivo de transmitir la misión de la flor a toda la humanidad.