El hombre debe progresar y elevarse siempre, sobre todo los que poseen fe. Pero cuando se habla sobre gente religiosa, por lo general se los suele considerar anticuados y conservadores. No podemos negar que esa es la tendencia de los creyentes de la mayoría de las religiones, pero con nuestros fieles sucede completamente lo contrario; mejor dicho, deben esforzarse para ser sujetos de avanzada.
Observemos a la Naturaleza. Ella procura renovarse y progresar constantemente, sin un minuto de interrupción. Las hierbas y los árboles crecen en dirección al cielo. La población aumenta con el paso del tiempo y la tierra sigue dando sus frutos todos los años. También, las vías de comunicación, las construcciones, las maquinarias mejoran cada vez. Si todo sigue ese ritmo continuo, es natural que los seres humanos deban también evolucionar sin pausas, siguiendo el ejemplo de la Naturaleza. En ese sentido, yo mismo me empeño en forma permanente para elevarme este mes más que el anterior, y este año más que el pasado.
Sin embargo, progresar solamente en el aspecto material, esto es, en negocios, profesión o posición social, no sería sino una existencia sin base, demasiado superficial. Sería como una planta sin raíz. Es indispensable el desarrollo del espíritu, o sea, la elevación de la personalidad. Naturalmente, no hay que desesperarse. Bastaría evolucionar poco a poco. Así, a la larga, se habrá conseguido un gran avance. Más bien, solo por el hecho de esforzarse en este sentido, ya se habrá logrado bastante. De esta manera, una persona conquistará la confianza de su prójimo, todo irá bien y será feliz.
La juventud de hoy tal vez tome estas palabras como las de una moral anticuada, pero en realidad, poniéndolas en acción, los hombres se vuelven verdaderamente actuales. Observando a la gente bajo este criterio, la mayoría sería antigua para mí. No puedo hallar ningún indicio de evolución; no muestra señales de progreso y está estancada en la misma manera de pensar.
Por esta razón, esas personas no me despiertan ningún interés; la conversación con ellas no va más allá de asuntos triviales. No se habla de religión, política, filosofía y menos de arte. No tengo deseos de hacer reproches. Pero en la sociedad en general, en su mayoría son así.
Felizmente, los fieles mesiánicos no tienen ese comportamiento. Lo ideal sería que todos los miembros de nuestra iglesia se interesaran en desarrollarse y elevarse cada vez más. Como tenemos en la mira corregir la civilización errónea y construir un Mundo Ideal en esta época de transición del mundo, nuestros seguidores deben procurar siempre ser hombres del presente, viviendo en sintonía con el siglo XXI que se aproxima.
11 de octubre de 1950